Me enamore no de usted sino de la forma en la que usted ve el mundo, me enamoró la forma en la que se ríe, en cómo sale el aire de su boca para decirme que me quiere. Tal vez usted no lo ha notado, tal vez ni siquiera se ha percatado, pero cuando la veo, no puedo evitar que mis brazos la intenten atrapar; tal vez detenerla brevemente sin que se de cuenta. Y enamorarme, es algo que me sucede una y otra vez cuando la veo, a veces quisiera poder olvidarla, poder borrarla de mi memoria y acostumbrarme a los abrazos del ayer, acostumbrarme al querer ya pasado; sin embargo, sucede todo lo contrario y me vuelvo a enamorar de una manera un poco diferente en el ahora. Ahora me pregunto cómo hago para entrar en su vida, claro, con la presunción que usted como cualquier otro peatón me dejara entrar un poco a ver cómo es su vida. Tal vez suene raro, pero yo a usted no le pido que se enamoré de mi, no le pido tampoco que cuando me vea corra a abrazarme o que su vida se entrelace con la mía, eso se lo dejo a los sueños, a los instantes de fantasía cuando viajo en un bus hacia la casa. En esto soy mas sencillo, mas simple, le pido que cuando me vea me sonría, que me cuente sus cosas, que de vez en cuando me abrace, que me deje probar su helado y porque no, me deje pisar su sombra cuando caminamos. Le pido entonces que me de un poco de su vida cotidiana y yo le doy un poco de la mía. Tendré que rectificar entonces las primera frase, ya que de cierta manera si me enamore de usted, pero al fin y al cabo, eso es lo menos importante porque lo único que quiero es verla sonreir
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