a veces me divago a mi mismo para que en un día cualquiera sencillamente me conozca; a veces me dan ganas de salir corriendo, de tomarla por la mano aun cuando usted no me conozca y yo no la conozca. Invitarla a una malteada de chocolate, a jugar carros chocones y esperar que un poco del dulce de leche llegue a sus labios para besarla.
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