a veces amaneces con esa cara como si la nariz te aprisionara, como si en tus ojos anduvieran perdidos dos exploradores con gripe, a veces tenes ese malgenio que sabe a chocolate amargo; pero en un quien sabe y a la vuelta de una esquina redonda aparece entonces esa expresión que sonríe timidamente, me gusta entonces voltearte la sabana y ver ese rostro fungirse de rabia infantil, porque sé que después de odiarme brevemente volveré a pedirte rescate por una sonrisa…
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