quién lo iba a creer, uno termina siendo devorado a media noche por un quien sabe, ése apenas asoma su mano, lo veo como el verdugo matutino, intento despavoridamente huir hacia el el recodo blanco al lado de las verduras, pero la tragedia del destino me consume… termino mis días como ciruela…
y mañana qué seré…
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