Ella y la cotidianeidad

La mañana avanza presurosa e implacable, el sol se asoma por las rendijas del blackout; ella dobla su ropa lentamente y deambula de aquí para allá. Entre e aquí y el allá me la encuentro, su sonrisa y su mirada que se convierten en besos. Escoge su ropa, se cambia, se pone nuevas sonrisas, suspira un par de minutos y mi nombre se va con ella.