La siguiente es una carta encontrada cerca a los balcanes, la firma un hombre desconocido «el último poeta del romanticismo» esta dirigida solamente a «ella»
era 1918 y allí me encontraba, frente al peloton de fusilamiento, solitario y con un amor en la mano; llovía y en mitad del día comenzo a salir el sol, tal vez mis ojos perseguían la vana esperanza, de esas que se descuelgan, que huyen cuando son buscadas; pero como toda esperanza, tal vez sentada sobre un viejo sofa esperando un poco de café.
ilusión, valentía y esperanza, ¿acaso no hay mayor sentimiento?
Y sin embargo; porque hay un sin embargo, seguía sintiendo el frío del día, las tripas se retorcían, la escasas raciones de los meses anteriores eran suficientes cuando me concentraba en tiempos ya lejanos. Se puede ir al confín del mundo en busca de esperanzas, pero no iba en busca de ellas… mas bien la esperanzaba me llevó hasta allí, ningun ardíd político ni militar me habían llevado hasta el extremo del mundo, meras y simples palabras de un otro, sonrisas que en este momento parecen desvanercerse. Ese sentimiento de amor al mundo a traves de otros ojos, ese sutíl desvanecimiento en el otro sin dejar de ser uno mismo.
… -se puede darlo todo y perderlo todo- me habia dicho un amigo reportero con el que trabajaba en el periódico; me lo dijo con ese rostro que supone y se pregunta si ello aún es posible. Yo sonreía, siempre le sonreía porque a pesar del destino, quebré espacios de silencios, vi una sonrisa en un mañana cualquiera, pequeños actos cotidianos que resignificaban una y otra vez ese mundo que parecía gris, áspero y en conflicto. -De cerca el mundo es pequeño y sonríe si alguien te da un amor no buscado, y tu haces lo mismo- le decía yo cuando nos quedabamos sin luz de vela; tenía la resolución y fuerza para esa forma de estar en el mundo, de la cual hay muchas.
Me encontraba lejos de casa, de los conocidos, de mi biblioteca… viaje por meses, en barco y tren, me dediqué a trabajar como periodista y enviaba cables sobre la guerra, hace dos días y por un accidente mientras tomaba unas fotos, fuí capturado por un pelotón Bulgaro en el frente balcánico, me confiscaron las cartas que durante meses le había escrito a ella. De ese lugar provenía la ultima carta…
De pie, intento escribir estas letras… al voltear mi cabeza, la veo… esta distante. creo que sonrie… pero mi gafas empañadas no me permiten distinguirla… la realidad se cae y escucho en mi maltrecho Búlgaro «?????, ?????? … ???????» (pelotón, armas… disparar)
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