con el primer suspiro del día supongo que ella me prepara un chocolate, el aroma invisible viaja hasta mi cuarto y se mete por debajo de las cobijas, tiende a acariciarme suavemente y es allí cuando comienzo a mirar de reojo el amanecer. El aroma se transfigura en sensaciones a través de mi ser; luego aparece esa textura fina sobre mi lengua, el sabor amargo toma a mi rostro desprevenido y lo transforma en otro, sé que solo es una pequeña e ínfima barra de chocolate, pero ese momento… si me llamas a la puerta… no estoy…
Para comentar debe estar registrado.