Tal vez sea como siempre y te acompañe al aeropuerto, te despida y me quede en la salita tomandome un café. Mientras espero que despegue el avión, te llamaré una y otra vez al celular y vos estaras en la sala de espera; te despidirás como si nos fuesemos a ver en 10 minutos, como si se tratase de solo un viaje dentro de la ciudad, como si supieras que estaré en el departamento esperándote. Allí sentando recordaré la última vez que te ví antes de perderte entre la multitud, una y otra vez repasaré en mi mente esa sonrisa y ese chao; supongo que pondré en mi ipod música de piano, supongo que me imaginaré besarte, abrazarte, tomarte de la mano y acercarte hacia mi. Luego volveré a ver hacia la ventana y allí estarán las colas gigantes de los aviones, me darán ganas de tomar una cuerda y pensar que desde las colas podré convertir los aviones en cometas de papel. Supondré ingenuamente y como sucede en las películas que al bajar de las escaleras eléctricas vos estarás hacia el final del escalón, que te quedarás, sonreirás y sencillamente diras -no se-… sin embargo… sucederá lo de siempre, bajare las escaleras, habrá mucha gente en el tipico ritual de despedida, iré a la librería con una vaga esperanza, esperaré y dejaré pasar varios taxis, ya con frío, tomaré el primero, le diré que me lleve por la ruta más larga y observaré cómo las gotas de agua se estrellan en la ventana.
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