y por allí andaba con esas ganas de vivirla, de sentirla cerca, de adentrarme poco a poco en su vida, con esas esperanzas que se sientan sobre el sofá y se quedan mirando el atardecer fuera de Bogotá.
No puedo negar que en ocasiones una que otra esperanza se me escapa, se me diluye como la arena entre los dedos, sale y me da vueltas…. y se encuentra con mis otras esperanzas, unas de colores, otras de hace decenios… soy un manojo de pequeñas historias…
Para comentar debe estar registrado.