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la tristeza aparece en su momento menos esperado… a veces entre los ventanales de los viejos edificios, otras entre las pequeñas piedrecillas que se nos meten al zapato, y últimamente en el sabor del café en la mañana…
las calles vacias gritan nuestro nombre y las festividades tienen un sabor agridulce. entonces un poco de música en el apartamento solitario mueve las ventanas, esperando que el corazón vea un poco de luz…